
Ciudad,
de la eterna primavera,
donde el sol,
buscando una
cálida tierra,
se quedara a vivir
en ella.
Cuna
de hermosas mujeres,
que regalan a la Patria
sus divas coronas,
herencia de arte y cultura,
de sabrosos potajes
y elixires manjares.
Su exótica belleza,
cautiva
a forasteros,
que todos los años
llegan,
al enorme corso
de primavera.
Asombrados
se deleitan
con su ardiente marinera,
quedando admirados,
ante su bruñida
ternura
norteña.
( De mi poemario : Dulces Revelaciones )