Después de la batalla,
fue tu lucha frontal,
contra el hambre y la pobreza,
en este absurdo mundo,
gobernado
por bárbaros atilas.
Mostraste con amor,
tu cuna,
tu leña,
y el humo de tu cocina,
y te arropaste cual niño,
en tus cartas rebosantes
de añoranzas,
por tu gente
y tu terruño,
y con tus luchas hondas
y tristes Cristos,
con auténtica
ternura andina,
conquistaste tu grandeza,
y con aroma
de hierba purísima,
dormiste
bajo un extraño cielo,
bañando de lluvia santa,
tus pasos, eternos...
De mi poemario : Dulces Revelaciones ( Diciembre 2010 )
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ResponderEliminarTe había comentado antes pero desapareció mi comentario.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu Ternura Andina.
Saludos.