Con tus santas manos
que prodigan,
me amaste,
desde los confines inéditos
de tu alma,
bajo el peso de la fatiga,
me cubrías
de singulares caricias.
Luz fulgurosa,
inquebrantable faro
entre las sombras,
a veces doliente
a veces pensativa,
tu amor denso
de ramaje,
me vuelve
pequeñita.
Con la rabia de no perderte,
le pido al tiempo
su paso lento,
le ruego a Dios,
te bendiga,
luchadora incansable
de dulzura infinita....
MI SALUDO A TODAS LAS MADRES.
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