Pueblecito norteño
de arrebol de ensueños,
cubierto de un mar
de espumosa delicias.
Con tu arte eximio
de grandes guerreros,
cual heraldos
en sus afrentadas luchas.
De magia
exalta
de campos floridos,
y arreboles auroras,
donde las hadas
cantaban
vestidas
de amapolas.
Con rostro angelical
repartían
las mocheras,
cantinas
de leche fresca,
quesillos
y miel
de abeja.
Trenzados
sus cabellos,
lucían
orgullosas,
pendientes
y sortijas,
el oro
de sus ancestros.
Pueblecito
norteño,
arrullaste
mi infancia,
albergando
mi afecto,
con tu cuerpo
de ámbar
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